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sábado, marzo 14, 2015

Carta de un Venezolano Arrecho

Señor Maduro:

Que su incapacidad no sea motivo de terquedad.


Decido comenzar de esta manera con el fin de hacerle abrir un mundo de posibilidades a las que usted mismo se ha negado llámese por capricho, orgullo, ansias de poder, negligencia o cualquier otro motivo que no va más allá de la terquedad. Soy un ciudadano venezolano como usted dice ser y como millones podemos demostrarlo fácilmente, cosa que usted no ha hecho.

Nací y vivo en la revolucionada pero siempre bella San Cristóbal, ciudad en la que usted no se ha arriesgado si quiera a convocar una concentración en su apoyo, pero que ataca sin escuchar las peticiones del pueblo, porque al igual que su predecesor, notablemente nunca ha sido del agrado de la mayoría en este municipio olvidado por los “Políticos”. Las razones de dicho desagrado no serán desarrolladas en esta misiva, ya usted bien las conoce, pero es importante hacerle saber que a pesar del desacuerdo, lo reconocemos como la persona a quien el organismo encargado le dio el título de Presidente de la República; y es precisamente por esa razón que trato de llegar a usted directamente, y no a otros personajes a quienes por rumores (Fuertes rumores, o fuertísimos e innumerables rumores mejor dicho), deberíamos hacer llegar cualquier manifestación para que tomen decisiones en el rumbo del país.

Allí mismo comienza desde mi humilde punto de vista su incapacidad. Y para no pecar de ofensivo, he decidido citar la definición de la palabra según la Real Academia de la lengua Española:


(Del lat. incapacĭtas, -ātis).

1. f. Falta de capacidad para hacer, recibir o aprender algo.

2. f. Falta de entendimiento o inteligencia.

3. f. Falta de preparación, o de medios para realizar un acto.

4. f. Estado transitorio o permanente de una persona que, por accidente o enfermedad, queda mermada en su capacidad laboral.

5. f. Der. Carencia de aptitud legal para ejecutar válidamente determinados actos, o para ejercer determinados cargos públicos.

~ laboral.

1. f. Der. Situación de enfermedad o de padecimiento físico o psíquico que impide a una persona, de manera transitoria o definitiva, realizar una actividad profesional y que normalmente da derecho a una prestación de la seguridad social.


Con el concepto claro, continúo. Pues sus dotes demostradas en gestión abarcan ampliamente el concepto descrito. No tiene usted la mínima capacidad para tamaño responsabilidad que implica ser Presidente de una Nación. Como es vagamente conocido, su experiencia en el área laboral consta de aproximadamente siete años como conductor en la empresa Metro de Caracas, donde su gloria estuvo en formar parte del Sindicato de trabajadores, asignación que lo hizo llegar a la directiva de la organización, es decir, que un puesto de liderazgo para elevar la voz obrera, fue (según usted y los que votaron por usted en el ’99) suficiente mérito para participar en el diseño del máximo instrumento legal que rige la República. Ingenua decisión, aunque esperada, recordando que meses antes el mismo pueblo había elegido un golpista fracasado como presidente. Sin embargo, esa misma incapacidad, que obligatoriamente lo fue llenando de materia política, se convirtió en su mejor bastón de ascenso a la cumbre, pues es notable que sus únicos estudios (los marxistas), realizados en Cuba le facilitaron la cercanía a los hermanos Castro, a quienes hoy usted idolatra abiertamente, y que han fungido como sus mentores para suceder a Hugo Chávez porque al parecer usted sólo no habría tenido la capacidad.

Su historia completa no se la voy a contar, porque además de tantos capítulos oscuros que desconocemos, tampoco creo que sea tan incapaz como para no recordarla; sería redundar hablar de sus injerencias en Paraguay que concluyo en su calificación de persona “Non Grata”, sus negociaciones turbias con China para el fondo multimillonario que no alcanza hoy para recuperar la economía, las compras de armas a Rusia que han dado tanto de que hablar en materia de corrupción y miles de casos que si bien no podemos afirmar porque sería difamar al protegido, han sido foco de “Rumores” que empañan hasta el hastío la imagen de demócrata justo que tanto quiere hacernos creer en sus nuevas alocuciones obligadas, que por cierto, muy pocos ven porque la mayoría estamos en la calle protestando. Ni hablar de la FANB, que se ha doblegado humillando la otrora respetable institución castrense ante un simple partido político, y que por ende usted no es capaz de dirigir como comandante en jefe porque ya lo hacen los dirigentes del partido.

Qué vergüenza siento de tener un mandatario que en lugar de demostrar al oponente la transparencia de su victoria electoral, se mofa de los que disentimos para desviar la atención de los que queremos que se cuenten los votos, de los que queremos elecciones manuales porque no confiamos en la señora Lucena que luce sin pudor el brazalete del 4F, de los que pedimos ver y autentificar su acta de nacimiento, y eso Sr. Maduro demuestra según el punto tres del concepto, que usted no tiene la capacidad para demostrar su legitimidad. Muy diferente a la “Legalidad” de la que goza, pues la ley en este país es una bola de plastilina con la que juegan en Cuba, pero la legitimidad se la da la confianza que no ha podido ganarse y que difícilmente alcanzará mientras siga actuando como un dictadorzuelo de cuarta.

Por el hecho de haber estado estos quince años adversando las decisiones y políticas del régimen al que usted pertenece, he llegado a pensar en momentos que es probable que yo no esté en lo correcto, pero basta ver cinco minutos de su mal léxico atiborrado de frases recién estudiadas, o sus bailes de salsa en cadena nacional mientras sus bandas criminales llenan de sangre las calles de Venezuela, o simplemente salir a la calle y ver el estado de las vías terrestres, de los hospitales, de las escuelas, los anaqueles vacíos, el éxodo de valioso talento humano, la sobrecargada página de sucesos en los diarios, entre miles de flagelos más que usted no ha sido capaz de eliminar desde el poder.

Sr. Maduro, su incapacidad es tal, que con el precio del barril de petróleo y las reservas que tiene nuestro país, es para que los negocios con otros países se hicieran en Bolívares, pero bien sabemos que el único Bolívar fuerte que ha existido, murió hace más de ciento ochenta años y tristemente ha sido utilizado, y hasta sus restos profanados por simple capricho de uno de sus tantos amos.

No puedo dejar de señalarlo por la persecución y encarcelamiento de disidentes, que demuestra su incapacidad de enfrentarlos en el terreno público, en un debate de altura ante medios libres y democráticos, porque eso sería sacarlo de su terreno totalitario y nuevamente su incapacidad de superarlos lo dejaría en evidencia. Ahí está nuestro Alcalde Daniel Ceballos, preso por levantar su voz, que es la voz de más de las dos terceras partes de los sancristobalenses, pero usted no tiene la capacidad de entender el significado de una victoria electoral propia, visto en como muestra con orgullo donde el expresidente muerto ruega a la gente que le de su voto, y a pesar de ello, y de recurrir a las trampas del voto asistido y otras que no podemos afirmar, apenas le alcanzo para ganar mediocremente con un cincuenta por ciento.

Me gustaría creer que tiene la capacidad de entender que un padre hablando de comida no llena la barriga de sus hijos, ni un empresario hablando de productividad mejora la vida del obrero, o un Presidente hablando de paz no detiene las muertes por falta de ella, son las acciones las que logran los cambios. Tampoco pretendo hacerlo entrar en razón con esta carta, porque con la debacle económica, social y política que vivimos, el hecho de escucharlo decir que todo está bien, habla de su falta de razón, y de capacidad. Lo que pretendo es hacerle llegar mi sentimiento que aunque sé es compartido por muchos, para un gobernante debería ser motivo de preocupación que al menos uno de los ciudadanos no reconozca su gestión por sus incitaciones a violar los derechos fundamentales de la población, por disfrutar la lucha a muerte del pueblo con sus propios familiares, por hacerse la vista gorda ante esta brutal carnicería que se vive en las calles. Tiene usted todavía la oportunidad de recapacitar y reivindicarse ante la historia, transparentando las manchas dejadas por su régimen permitiendo una investigación a todos los hechos de corrupción y pagando con justicia sincera lo que se dicte, o si bien prefiere, siga usted tomando las decisiones que crea convenientes, o peor aún, cumpla las órdenes de otros entes de los que no se sienta capaz de contradecir, que la propia historia y la justicia divina se encargarán de devolver la verdadera paz a Venezuela.

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