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jueves, julio 31, 2014

Esperanzas Muertas - Arturo Neimanis


Esperanzas Muertas
Por Arturo Neimanis

Dice el viejo adagio que la esperanza es lo último que se pierde y desde que era un adolescente siempre he hecho el mal chiste que no, que lo último que perdemos es la respiración. Sin embargo, más allá de unos simples intentos, por demás malos, de hacer un chiste, la cruda realidad es que los seres humanos necesitamos de la esperanza para hacer más llevaderas nuestras vidas.

Es precisamente la esperanza en un futuro mejor lo que nos mueve desde niños a buscar aquellas cosas que, según la creencia de cada cual, habrán de darle  significado concreto a su existencia. Es la esperanza de llegar a obtener el cumplimiento de nuestras metas, nos las hayamos planteado o no a un nivel consciente, lo que nos impulsa en la vida.

Si quisiéramos etiquetar en una sola frase que han significado, para nosotros, los conductores de la política nacional durante los últimos diez y seis años, esta, a mi modo de ver podría ser la de “Sepultureros de Esperanzas”, comenzando por el embaucador mayor y continuando con su irrito sucesor y todos los que le rodean, se han dedicado durante todo este tiempo a destruir sueños, a construir pesadillas donde alguna vez hubo ilusiones.

Me he detenido a pensar en cada uno de los grandes sucesos, aquellos que en su momento han sido noticia de primera plana, durante todos estos años y con asombro creo ver un patrón en ellos. Comenzando con las elecciones de 1998 en las que una parte de nosotros tenía la esperanza que el tipo no ganara porque preveíamos la destrucción que traería consigo mientras que la otra parte anhelaba su triunfo también con sus respectivas esperanzas, tener una vida mejor. Al ganar, destruyo la esperanza de los primeros y con el paso del tiempo asesinó las de los segundos.

Cuando se dio el golpe de estado o vacío de poder, según la interpretación de cada cual, nos abrimos a la esperanza que la pesadilla había terminado y apenas nos preparábamos para rehacer nuestros caminos en función de esas esperanzas cuando el tipo volvió con todos sus fueros a enterrarlas en la tumba del olvido.

Comenzando el 2013, cuando se anunció oficialmente lo que ya todos sabíamos desde el año anterior, nació una vez más una breve chispa en nuestros corazones, pensábamos que habíamos llegado al fondo del pozo y que al fin, habíamos dejado de cavar, para comenzar a salir a la luz. Una vez más, cual sepultureros, volvieron a enterrar nuestras esperanzas, gobierno y oposición, todos son culpables por igual (aunque hay honrosas excepciones).

El intento de eclipse de uno de los soles de la revolución, la semana pasada en la isla de Aruba, fue la más reciente palada de tierra en este cementerio de historias felices con finales tristes que algunos llamamos esperanzas.

Dije que veía un patrón definido en todo esto, pareciera que una maquiavélica mente maestra disfruta viéndonos renacer a la esperanza, para después arrebatárnosla sin miramientos. Es como si todo eso hubiera ocurrido a propósito, con la sola intención de disfrutar el sufrimiento de un pueblo.


Son diez y seis años de lamentos, vidas perdidas, familias separadas, cerebros desperdiciados en el extranjero, ruina moral y económica de la que fuera una gran nación, después de tantas esperanzas muertas, aún sigo aquí, aun respiro. 

Solo que no se si valdrá la pena vivir así, sin sueños.

Arturo Neimanis

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